jueves, 5 de enero de 2017

ARTE

“el hombre es por naturaleza artista; jamás recibe pasiva y exactamente en su intelecto una representación física de las cosas que lo rodean. Está operando siempre una adaptación continua, una transformación de los hechos en imágenes humanas, merced a los toques constantes de sus sentimientos y su imaginación”

Rabindranath Tagore

Con una claridad mucho más diáfana que la actual, el hombre primitivo reconocía las facultadas que posee el arte para vincularnos con aspectos de la realidad normalmente vetados por otras vías de conocimiento. No existe civilización que se haya atrevido a prescindir de él y sus productos como medio para acceder a estratos de un mundo que solo pueden ser avizorados  desde la integridad de nuestra condición humana.

Eduardo Chillida. Peine del viento, 1977

Una de las funciones primordiales del arte, así como medida certera para valorar su calidad, es la capacidad de la obra en cuanto propiciatoria de imágenes fusionadas entre nosotros y el mundo, espejándonos en una realidad mucho más rica que la que nos puede ofrecer lo cotidiano y lo racional. Si bien somos productores permanentes de la imagen justa y satisfactoria para atender requerimientos básicos, la obra de arte nos interpela para sugerir otra clase de vínculos en donde aparece con mayor o menor claridad una realidad muchas veces oculta y solapada tras la bruma de lo intemporal.

Sin embargo para que la experiencia artística se produzca no es suficiente la buena obra. El arte no es producto de lo inmediato, pues depende y mucho, de la capacidad del observador, el cual debe irse despojando de la corteza engrosada por el tedio y lo ordinario, cultivándose en las leyes de la materia y su apariencia, de tal forma que las hendiduras donde se deposita el deleite sean cada vez más pronunciadas.

Eduardo Chillida. Peine del viento, 1977

Por su parte, el artista es un conocedor de la materia con la cual trabaja; no solo en su capacidad de transformarla, cual artesano que le otorga un fin utilitario, sino transmutándola, es decir, alterando su esencia en base a imprimirle sensibilidad. Sea el color, la piedra o la palabra, el artista utiliza el material como vínculo a través del cual asciende por una escalera que peldaño a peldaño difumina su esencia física para ingresar  al estado etéreo con el cual el comercio con la conciencia expandida se torna fácil. Resulta paradójico pero la verdadera obra de arte se vale de su estructura física para desprendernos del mundo material.

Eduardo Chillida. Peine del viento, 1977

La visión que normalmente manejamos del tiempo es símil a la del reloj de arena que en su transcurrir se agota. Debe ser la condición corruptible del cuerpo humano uno de los estímulos para ver el tiempo desde la regresión. La obra de arte altera esta concepción temporal. No anula el tiempo, más bien trabaja con él, a veces lo expande, otras lo estratifica, planteándonos a veces una visión coetánea con el humano de todos los tiempos.

Desde esta perspectiva el significado de la obra de arte no puede limitarse a las intenciones del autor ni a lo que entiende el grupo humano al cual fue inicialmente dirigida. La riqueza de la verdadera obra artística está en los múltiples significados que le confiere el  humano de cualquier tiempo y lugar, el que haciendo uso de su propia experiencia y anteponiendo sus intenciones momentáneas descodifica el mensaje en base a recursos personales. Por más que la obra nos presente un tema específico el significado profundo nos aproxima a lo universal. No existen pues significados absolutos en la obra artística, una buena dosis de ambigüedad es nutriente para la multi significación.

Eduardo Chillida. Peine del viento, 1977
Materia, tiempo, significado; recursos que toda obra de arte hilvana como constitución de su esencia; a ellas hay que añadir el espacio, variante que en la arquitectura se intensifica. La arquitectura es un arte existencial, en su interior habitamos y manifestamos nuestra constitución, pero no toda construcción es obra de arte y no siempre los habitantes tenemos la intención de contemplarla como tal; la arquitectura es arte entonces en la medida que, haciendo uso de su materialidad y la capacidad envolvente del espacio acotado, da cuerpo al mundo amorfo de las sensaciones. La arquitectura vista como obra de arte es capaz de mantenernos de manera ambivalente entre el espacio físico donde se deposita momentáneamente nuestro cuerpo y el espacio inmaterial donde se expande nuestra mente y nuestra alma.


4 comentarios:

  1. Excelente, muchas gracias por compartirlo

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    1. Recientemente estuve en Barcelona, y tuve la oportunidad de ver la catedral de la Sagrada Familia de Gaudí; su escrito, me ha despertado el recuerdo, y ciertamente, no toda construcción es arte, es el giro que el artista hace del espacio constructivo, así se manifiesta, comunica y sensibiliza ante la mirada del espectador, del visitante. Toda obra artística es el resultado histórico del contacto social del artista con su época. Saludos desde El Salvador hasta Arequipa, Perú. Nos unen nuestros pueblos latinoamericanos.

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    2. Álvaro, gracias por tus acertados comentarios que enriquecen el texto con tu particular visión, pues de eso se trata el arte no?. Justo ayer conversaba con un colega sobre la particular sensibilidad que tenemos los latinoamericanos para ver el mundo y hoy lo ratifico contigo. Un abrazo y gracias por compartir mi trabajo!!

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