Hasta las primeras décadas
del siglo XX tanto las medinas de Tetuán como la de Chefchaouen tenían el
carácter de “prohibidas”. Quien no profesaba el islam o no fuese parte de la
cultura germinada al interior del mundo árabe o bereber, se jugaba la vida si
decidía traspasar cualquiera de las puertas de las murallas que hasta el día de
hoy rodea estos típicos barrios en el norte de Marruecos.
Este carácter hermético, mantenido
hasta no hace muchos años, ha permitido mantener las estructuras y costumbres más
rancias de estos grupos humanos que tras la expulsión definitiva del antiguo
territorio de la península ibérica conocido como al-Ándalus en el siglo XV,
decidieron seguir siendo fieles a sus costumbres y creencias, migrando al
África con el afán de reiniciar sus vidas replicando, en parte, lo que habían
perdido y transmitiendo su particular forma de entender el mundo de generación
a generación.
Cualquier mirada actual,
habituada a los parámetros urbanos de raigambre occidental que gobiernan la
mayoría de nuestras ciudades y han ido moldeando nuestra existencia , no puede
dejar de sorprenderse ante un artefacto urbano-arquitectónico fidelizado a formas de vida que siguiendo tradiciones
añejas utilizan imperturbablemente mezquitas, madrazas, mercados y baños
públicos, así como habitan viviendas encubiertas tras un muro ciego perforado
por sutiles vanos que no dejan de recordarnos la importancia de la intimidad
para la cultura árabe.
Como menciona Chueca Goitia,
la principal diferencia entre una urbe occidental y otra islámica es que la
primera está pensada para ciudadanos y la segunda para creyentes. Y es que la
relación de la materialización física de la ciudad con la filosofía, la moral,
la política y la legislación extraída del Corán es más que evidente.
Pero sin dejar de reconocer la
fascinación que puede despertar el hecho de adentrarse a una cultura así de
rica como disímil a la mía, mi formación no puede dejar de focalizarse en las
construcciones y en las leyes urbanas que parecieran provenir de un estrato
mucho más biótico que racional en base a las cuales se organiza un aparente
caos que no es más que un orden encriptado para alguien no iniciado como yo.
Me propongo así, casi
desarmado de conocimientos sobre arquitectura y urbanismo árabe, que me permitiría relacionar los hechos físicos con contextos específicos, pero con la
carga emocional de haber experimentado y “encarnado” estas estructuras, ensayar
7 puntos en donde presumo puede residir el porqué de tanta belleza poética que
desborda cualquier capacidad normal de asimilación:
1. Porque acostumbrados a la monotonía de la
retícula y al dominio del ángulo recto que gobierna nuestras ciudades y
mantiene cuadriculados nuestros sentidos, la traza irregular de las medinas nos
invita a penetrar en el ignoto reino del desconcierto y a sucumbir a la
tentación de deambular por calles estrechas y probablemente truncas con el
consecuente encuentro de sensaciones
oscilantes entre la expectación la plenitud o el desconcierto.
2. Porque fruto de un crecimiento no previsto
más heredero de fuerzas instintivas que de un pensamiento racionalizado la
ciudad se fue plagando de rincones, lugares predilectos para el cobijo, capaces
de brindar a nuestro cuerpo esa sensación vital de protección, asilo, abrigo
que sin esforzarse nos transporta a nuestra más lejana esencia biológica.
3. Porque en ese deambular por sus tortuosas
calles nunca iguales pero siempre parecidas, el extraviarse es una posibilidad
latente, lo cual, por un lado puede inducirnos a agudizar los sentidos, pero
por el otro puede provocar abandonar cualquier atisbo de orden y sumergirnos en
la ilusión del sinsentido.
4. Porque ante la explícita renuncia de
distinguir la propiedad con una fachada que singularice a un propietario, la
materia uniformiza toda la edilicia, generando una continuidad que no es
fracturada por antojadizos ornamentos pero que si termina de componerse ante la
horadación de sutiles vanos que permiten
el acceso a las viviendas o controlan con prudencia el ingreso de la luz.
5. Porque nuestra realidad corporal se
potencializa al entrar en contacto con una arquitectura que en todo momentos
nos induce a confrontarnos con ella: la escala de la edilicia, los cambios en
las secciones de vías, las pequeñas puertas y ventanas así como las
escultóricas gradas son una invitación permanente a utilizar nuestro cuerpo
como patrón de referencia mensurable, despertando empatías con ese microcosmos
material que nos envuelve de una manera afable.
6. Porque si bien lo idílico es un ingrediente permanente en el mundo árabe, se materializa de una manera contundente en algunos sitios como en la medina de Chefchaouen, en donde el color azul funde muros, pisos y al propio cielo que se eleva sobre las cadenas montañosas del Rif convirtiéndolo en un material inefable; remitiéndonos con su sustancia a una de las funciones básicas de la arquitectura que en otros contextos se ha perdido, es decir, proteger y conservar el “otro nivel de realidad” que es inherente al ser humano: el de los sueños, el de los mitos, realidad que como dice Pllasmaa, nos aparta por unos momentos de nuestra existencia prosaica y nos involucra en una realidad poética.
7. Y finalmente porque como casi siempre ocurre, la belleza aparece de
manera más intensa cuando no se osa pretenderla
como una necesidad primordial, sino que es el resultado de empeños de otra índole,
pudiendo palparse en la imperfección de un muro o en el deterioro de un piso
que nos remite tanto a la mano del artesano heredero de saberes ancestrales, como al estado vital de los organismos no perfectos
y por lo tanto humanos
* Todas las fotos son de Gonzalo y Nicolás Ríos, adaptando su formato original a las características del blog.
Bibliografía Básica
BACHELARD Gastón, La llama de una vela, Ed. Cuenco de plata,Buenos Aires 2015
CHUECA GOITIA Fernando, Breve historia del urbanismo, Ed. Alianza, Madrid 2002 ( Tercera reimpresión)
PALLASMAA Juahani, La imágen corporea, Ed. G. Gili, Barcelona, 2014
WAISMAN Marina, La arquitectura descentrada, Ed. Escala, Bogotá 1995
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEstimado Gonzalo, luego de haber leído tu interesante texto, planteado desde tu sana intención de “cualificar” la belleza en tan excepcional -obra- a través de un planteamiento hecho desde 7 preguntas conducentes, voy a sólo agradecerte en primer término este significativo alcance y segundo intentar complementarte o entender , -claro está-, desde mis limitaciones. Y, es que al parecer el Objetivo en todo ello, sin precisamente serlo (caso esta excepcional obra resultado de acciones colectivas en la construcción del hábitat vernacular, sin arquitectos y obra pauperrima -una paradója-) pareciera siempre el mismo, la intención de provocar…provocar a la consciencia -me refiero a la consciencia intencional- de Husserl- que anima a intentar siempre cualificar -medir- poéticamente esto que llamamos experiencias arquitectónicas sublimes o de la infinitud que se hace reducto para estados donde se da aliento o reside el alma -o, mejor decir arquitecturas para los ritmos del alma-, y que se define como estados de consciencia trascendental, que trata de una suma, un conjunto de vivencias plenas de significados existenciales y "espirituales" (en mayor grado), y que le dan significado a la vida, una vida trascendental (...) Y sin embargo al final: "...la vida (la existencia), es sólo un truco", tal como concluye el film: "La dulce belleza" lleno de experiencias existenciales y espirituales trascendentales, un rito en el cine, en el arte o en la arquitectura. Por tanto Chefchaouen, no escapa de ello , una obra poderosa sensorialmente que pasa factura a su condición de -infrecuente experiencia arquitectónica- que exuda vida, y es en parte por ello que pienso no se sabe explicar, por tanto sólo queda más bien poetizar, poetizar su mirar, que se constitut¡ye en un contemplar alejados de la ciencia -que cuantifica-, que mide, y que pregunta. Gonzalo fue, un gran alcance, felicitaciones, como siempre es un gusto leerte.
ResponderEliminarEdward, gracias por tomarte el tiempo de leer el texto y reflexionar sobre él. Tienes razón en que uno cuando decide escribir sobre algo ,lo primero que debe hacer es escoger el lenguaje correcto, pues este condicionará de una manera contundente lo escrito, y como menciona G. Bachelard la única manera de alcanzar “altura psíquica” para referirse a este tipo de belleza arquitectónica es “insuflar materia poética en todas las impresiones”, es por ello que , en algunos casos mis impresiones pueden parecer subjetivas al no poder ser medibles, pero si hablamos de describir experiencias fenoménicas estas son únicas e irrepetibles, por lo tanto no corroborables, y sin embargo son capaces de revelarnos en breves instantes la esencia de la arquitectura que linda entre un territorio físico e inmaterial como es el caso de Chefchaouen, y revela también nuestra exterioridad “espacio –temporal” como bien lo apunta José Luis Pardo. A veces estas cosas suenan un poco densas pero cito finalmente otra frase de Bachelard que me encanta “La gente sensata debe perdonar a quienes escuchan a los demonios del tintero”.
EliminarUn abrazo y gracias por permitirme, a través de tu texto, seguir reflexionando sobre el tema.
Te comente sobre "el Truco", este concepto te quedará claro desde el film: La Grande Bellezza.
ResponderEliminarEl "ser" a través de la poética -en este caso el "ser" de tú tintero-. Y en el "...el coraje sobre la temática de la belleza". Acompaña al film una poética de la ciudad de -Roma- una - atmósfera- que se constituye en una vibración, entre lo pensado, recordado, creado e imaginado...y, sí comparable a la "Grande Belleza" en Chefchaoun, ...y al final la vida es sólo un Truco -en nuestro caso la arquitectura, la ciudad y la belleza, son un truco- escondidos en el bla, bla, bla...Podrás comprender esto último en estos dos vídeos que te comparto (el primero sobre la atmósfera y el 2do. sobre el truco) https://www.youtube.com/watch?v=QHdgaZK3hhw, https://www.youtube.com/watch?v=gGhCpIix2wk. Con Julio conversamos largamente sobre esto, y en lo que hay -sólo- un valor posible: la belleza, pero la belleza es inconmensurable...Gracias Gonzalo por permitirme conversar sobre estos valores que le son propios a la arquitectura trascendental.
Gracias Edward, veré los videos recomendados y te comento. Un abrazo
ResponderEliminar