“La
unidad de los contrarios es un estado en el que cesa el conocimiento, porque se
ha fundido el que conoce con aquello que es conocido: el hombre es un surtidor
de evidencias”.
Octavio
Paz
No debe existir mecanismo más eficaz
para resaltar las propiedades de un objeto que verlo iluminado por la luz de su
contrario. El enfrentamiento entre opuestos evidencia sus características y nos
sensibiliza como espectadores de luchas
libradas con el fin de conseguir equilibrio entre los elementos y sus
relaciones impensadas.
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Peter Zumthor. Museo Kolumba, 2007 |
Los encuentros entre antagónicos no
engendran imágenes estables. Una atmósfera tensionada es el resultado de un
marco en donde las leyes de causas y efectos no son las acostumbradas. Los
elementos contrarios dispuestos a corta distancia tejen sus relaciones en
nuestra presencia alertándonos de la existencia de vías alternas de
conciliación.
El yugo de la razón asociado a lo
cotidiano propone un escenario laxo en donde todo se da por entendido. Los
objetos que componen el mecanismo vital que hace funcionar nuestro mundo se
desvanecen tras la bruma de lo previsible. Sólo al advertir alteraciones en el
sistema nuestros sentidos se agudizan y tendemos a disgregar la pluralidad de
propiedades de los objetos considerados antes como totalidades inertes. Es
frente a la entropía en donde los objetos y nosotros mismos revelamos nuestra
verdadera naturaleza.
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Peter Zumthor. Museo Kolumba, 2007 |
La aproximación de elementos disímiles
hasta el grado de sugerirnos imágenes en donde conformen una unidad, producen
muchas veces colisiones antes que coincidencias, no hay semántica ni sintaxis
que anteceda su relación, pese ello, nuestra naturaleza no cesa de buscar
sentido y composición a estos elementos encuadrados dentro de una misma unidad
visual. Así, no siempre el conjunto de elementos dispuestos conforme a un
concepto que los antecedió logran aguzar nuestro sentido estético, es muchas
veces lo no previsto, el azar, o el accidente mecanismos válidos, que en su
transgresión, nos ofertan la belleza de lo impensado.
Una ciudad es siempre campo propicio
para el encuentro de opuestos. Hijas de su tiempo, las diferentes partes de un
conjunto urbano, responden a premisas utilizadas con recurrencia para
formalizar calles, plazas, barrios. Trazas y tejidos hacen uso de la geometría
y deviene un producto a la medida de sus pretensiones. Poblaciones renovadas
desconocerán la validez de estos antiguos preceptos e impondrán otros a sus
entender más idóneos para satisfacer sus demandas de hábitat. Así, procesos de
expansión, demolición y superposición renovarán el lienzo urbano compuesto
ahora por fragmentos de lo que fueron unidades completas. En muchos casos, la
riqueza de la ciudad histórica se halla en los lugares en donde los contrarios
se encuentran; está en la plaza irregular que amortigua el impacto entre
geometrías divergentes, se puede alojar también en las inmediaciones de
edificios que mantienen conflictos irresueltos o puede orbitar en el ambiente
tensionado por partes de antiguos
sistemas que en estado subyacente esperan nuestra atención para reclamar su
antigua autonomía.
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Peter Zumthor. Museo Kolumba, 2007 |
Abandonar por unos instantes la narrativa
lineal del mundo, su visión prosaica y hacer uso del viejo recurso poético de
crear imágenes en base a la fusión de conceptos inesperados, es muchas veces
sugerido por aquella arquitectura que renuncia a la búsqueda de lo unitario y
se apoya en la diversidad. Habitar un edificio en donde no gobierna la
geometría predecible o la lógica de la estructura corroborada matemáticamente,
puede conducirnos por caminos repletos de hallazgos. Un muro horadado por vanos
disímiles nos induce a encontrar el orden en base a equivalencias, sistemas
constructivos superpuestos nos recuerdan que son las fuerzas opuestas las que
mantienen al mundo en equilibrio. Un puntal fatigado y crujiente nos advierte
con su drama la irremediable convivencia con la gravedad.
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Peter Zumthor. Museo Kolumba, 2007 |
El enfrentamiento de antagónicos visto
a través de las partes constitutivas de un edificio es evidencia que la
estética no es privativa de las composiciones resueltas. La belleza también
campea por los territorios construidos con elementos irreconciliables. Los chispazos
de los conflictos suscitan en nuestro
interior la imagen impensada, la ambigua,
la valiosa.
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