SÍMBOLO
“Y es que hoy en día la actitud científica
ha llegado a dominar de tal manera que
a
muchos les parece incomprensible que
el hombre trate de desarrollar también
sistemas de símbolos cuyo objetivo sea
representar el mundo de otra manera
distinta a la descripción analítica”.
Christian Norberg Schulz
Cuando en
su afán por conservar lo esencial de una cultura todos los recursos creados por
el hombre se agotan, surge el símbolo como depositario último con la capacidad
de contener lo inefable. Esta esencia final de la cultura podrá luego ser
contemplada, recreada y entendida por nuevas generaciones y seguramente así
trascenderá.
![]() |
Fernando de Szyszlo, El lugar, los instrumentos VII |
Su
eficacia para contener y transmitir lo que otros medios complejos no pueden,
reside en la confianza depositada en la
sintaxis antes que en la semántica. Los significados contundentes, categóricos,
cerrados, si bien pueden ser útiles en un tiempo presentan serias dificultades
para demostrar validez en escenarios en donde los referentes han sido
modificados. En su lugar, el lenguaje del símbolo en su carácter abstracto,
abierto, metafórico, no descriptivo sino más bien referencial, es eficiente
para tomar de la materia contemporánea lo que le es necesario y desplegarse
mostrándose accesible ante el nuevo contemplador.
![]() |
Geoglifos de Nazca, detalle de cóndor. |
Si el
símbolo fuese descriptivo seguramente se agotaría al interior de sus propios
límites. El símbolo, para cobrar sentido, necesita asirse de un sistema
existente coherente, es decir, una cultura. Es al interior de esta y no de
manera aislada en donde rompe su clausura y se renueva trasladándonos a
territorios en los que el espacio y el tiempo cohesionan más que limitan.
Todos los
contenidos cargados en el símbolo, concentrados en algunos casos en tan solo un
par de líneas que se cruzan, han sido provistos por la historia. Esta, en su
capacidad de conjuntar tradiciones de diversos orígenes, talla al símbolo de
tal forma que desde su simplicidad lo vuelve poliédrico. Así, el símbolo será
capaz de mostrarnos la cara que requerimos, la que en ese momento queremos ver,
la que necesitamos.
![]() |
Iglesia de la luz, Tadao Ando. |
Proponiéndonos
detectar el mecanismo más eficaz creado por el hombre en la tarea de depositar
sus símbolos la arquitectura destaca con absoluta nitidez. El contacto
permanente a través del cual comerciamos con ella, así como su perdurabilidad
temporal que excede con creces nuestros ciclos biológicos, fue reconocida desde
sus inicios como útil para cargarla con símbolos y hacerla depositaria de los
rasgos más esenciales de lo producido dentro de una sociedad. La arquitectura
se encargaría no solo de conservarlos, sino que a través de sus formas y
espacios de organizarlos, estableciendo jerarquías y presentándolos de manera
ordenada a manera de un programa entendido solamente a través del habitar.
Solamente
la literatura en su versión poética y mitológica podría competir con la
arquitectura en el importantísimo encargo de conservar el mundo simbólico.
Recreados a través del verso o de la prosa el lenguaje literal es tan prolífico
como eficiente. Y al interior de este, los grandes símbolos arquitectónicos
vuelven a ser recurrentes: El laberinto de Creta, el templo de Salomón, la
civitas Dei; guardan en la palabra la potencia contenida de querer
reconstruirse con la materia que diversos tiempos y lugares le ofrecen.
La
arquitectura pues, no es solo depósito de símbolos, es algunas veces símbolo
habitable. Construcciones creadas para serlo, o edificios anónimos que el
tiempo y los hombres le han conferido tal estatus se hallan diseminados por las
ciudades creando una estructura superpuesta cada vez menos atendida por el
habitante común acostumbrado a merodear por las superficies pero no a
frecuentar profundidades.
![]() |
Catedral de Chartres, detalle de laberinto en el piso. |
Y sin
embargo la arquitectura simbólica permanece allí, pese a no ser entendida voces atemporales impiden devastarla, Intuimos a través de ellas que tiene algo más por decir, y desde la oscuridad de lo cotidiano sabemos que todavía puede encender su luz para guiarnos al centro del laberinto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario